¡Hoy salgo del closet! Por DAVID CASTILLO

 

Por David Castillo Guerrero (Desde USA)

Manager, Talent Management at Kellogg Company / Advocate for inclusion

Hace algunos días, navegando por LinkedIn, me encontré con una historia que llamó mi atención. Una chica compartió cómo fue que salió del closet ante su jefe, así como la reacción que él tuvo. Una reacción de apoyo, viendo su elección de pareja como algo normal. Con esto como base, ella compartió que desde ese momento estaba convencida de que no hay nada que esconder. Una gran lección de inclusión. La publicación estaba acompañada de una fotografía con su esposa. 

 Afortunadamente, trabajo para una empresa, con una visión similar de las cosas. Donde las diferencias son aceptadas y valoradas y no hay lugar para la discriminación. Con gusto noté que la gran mayoría de los comentarios giraban en torno a reconocer su valor y autenticidad, y apoyarla en su decisión de mostrarse tal cual era.  

 Sin embargo, hubo algo más que llamó mi atención. Algunos comentarios buscaban callar su historia. Comentarios del tipo “Qué hago, ¿Te aplaudo?”, “Deja esto para Facebook”, “Esto no debería estar en LinkedIn”, y algunos otros comentarios más irracionales.  

 Normalmente, considerando el contexto profesional de una plataforma como LinkedIn, hubiera pasado de largo, ignorando esos comentarios a sabiendas de que venían desde las carencias y prejuicios derivados de éstas de quienes los hacían. Pero, una voz dentro de mí me llevó a tomar otro camino. Desde el respeto, comencé a cuestionar esos comentarios con preguntas reflexivas y mostrando evidencia del por qué esta red es el espacio perfecto para hablar de esta interseccionalidad entre la vida personal y profesional. 

Desde hace algún tiempo, me he considerado aliado. Aliado de las mujeres, aliado de las minorías, aliado de la comunidad LGBTQ+, convencido de que las persona que traen todo su ser al trabajo, son más felices, más creativas, más productivas y con un mejor liderazgo. No obstante, era un aliado “de closet”, de esos que aceptan las diferencias, pero que no hace nada por defenderlas.  

 Sin embargo, muchas cosas han cambiado en mi vida en el último par de años. Primero, el migrar a Estados Unidos, automáticamente me convirtió en una minoría, en el diferente, el nuevo, el latino, el que tiene un acento y, por ende, tiene que esforzarse más para sobresalir. Pero, quizá el hecho más importante, ha sido el tener a mi bebé, Julián conmigo. Él, sin hacer nada más que existir, me ha hecho querer ser una mejor persona, un mejor padre, un mejor compañero de trabajo, un mejor aliado.  

 ¿Por qué? Porque quiero que él crezca seguro de sí mismo. Que se sepa valorar por quién es y no por la percepción que otros puedan tener de él. Porque quiero que aprenda que el mundo no es blanco o negro, sino que tiene una gama maravillosa de esos colores que tanto le sorprenden. Quiero que sepa que en su vida se va a encontrar con personas de otras nacionalidades, otros tonos de piel, otros idiomas, otras religiones e ideologías, otros niveles socioeconómicos y otras identidades y preferencias sexuales. Pero cada una de esas personas, así como él, tienen todo el valor y todo el derecho de mostrar su autenticidad. Todas merecen ser amadas como yo lo amo a él. 

 Por eso es por lo que hoy, yo decido salir del closet como aliado. Acepto que otras personas puedan tener otras formas de pensar, pero no dejaré que callen otras voces. Que utilicen la ignorancia, sus miedos y prejuicios como excusa para discriminar y dividir solo para mantenerse en su zona de confort. 

 Sé que este es el primer paso, y que, por el camino, si quiero serle fiel a mi convicción, tendré que enfrentarme a mi propia ignorancia y mis propios prejuicios, y así cómo lo hice con quienes atacaron a quien desde el corazón compartió su historia, tendré que cuestionarme a mí mismo. Pero si esto creará un mejor mundo para Julián vale la pena. 

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